Destrucción Sistemática de la Personalidad
del Individuo
Lo que ocurre cuando una persona entra a una secta,
dice la etnógrafa y experta en sectas, Enid Miranda,
es “la destrucción sistemática de la personalidad
del individuo”.
Son personas que tienen un vacío en sus vidas, o pasan por un momento difícil
como pérdidas, divorcio, desilusión laboral o personal, dicen el sicólogo
clínico, José Bestard y la siquiatra Liliana Miranda. Además, pueden ser gente
con inquietud por lo misterioso y lo esotérico, que ven en las sectas respuestas
a sus interrogantes.
Tanto el sicólogo como la siquiatra dicen que no necesariamente hay problemas de
baja autoestima en aquellos que ingresan a una secta, sino una carencia
emocional, una frustración. Su emotividad, poco o ningún pensamiento crítico y
falta de reflexión o sentido común los hace vulnerables.
El líder de la secta, por su parte, es la persona que “en el momento de tu
sufrimiento te habla bonito, te ofrece su hombro y te promete que en algún
momento te vas a reencontrar con esa persona u otra cosa. Que vas a estar bien”,
dice el padre de la Iglesia Episcopal, Rosalí Fernández Pola.
“La gente busca quien le guíe la vida por lo complicada que es... Que otro
me resuelva, que venga con las características de
santo y de puro”, afirma Manuel Fébres, sociólogo y
profesor de ciencias sociales en la Universidad de
Puerto Rico. “Lo emotivo se torna elemento central,
así como la evasión de la responsabilidad: alguien
que se encargue de mí y tome decisiones”.
Es ahí, precisamente, cuando las sectas se convierten en un peligro para la
sociedad. “La gente entrega sus derechos, su libertad. (Entran) en su burbuja,
al punto de que están dispuestos a suicidarse”.