- El cristianismo sólo acepta el ayuno como un sacrificio.
Por Mildred Rivera Marrero / end.mrivera1@elnuevodia.com
Para la religión protestante las mortificaciones corporales son inaceptables, pero en la iglesia Católica y sus congregaciones religiosas están bien vistas si son moderadas y realizadas por voluntad propia.
El reverendo y profesor Isaías Narváez señaló que “estas son extralimitaciones del concepto de penitencia. En la Biblia no se justifica ningún tipo de tortura que lastime el cuerpo, que se considera templo del espíritu”.
‘‘La gente débil de voluntad, que no tiene autonomía, independencia, criterio propio y que no madura es bien fácil de dominar por otra persona más lista” dijo Isaías Narváez, Reverendo y Profesor.
El líder protestante dijo que lo más que se llega a mencionar en el cristianismo como un sacrificio es el ayuno.
“Y se hace con una finalidad de liberación espiritual, de consagración, de crecimiento”.
El también autor de un libro sobre sectas afirmó que “el amor de Dios no raya en esos extremos y cualquier situación de sufrimiento teológicamente en la Biblia fue incorporada en la figura de Jesús. La verdadera adoración depende de virtudes como amar, perdonar, hacer justicia”.
Narváez dijo que los casos de tortura extrema que se han visto históricamente muchas veces suceden cuando las personas circunscriben su fe a un hombre y lo siguen ciegamente. “La gente débil de voluntad, que no tiene autonomía, independencia, criterio propio y que no madura es bien fácil de dominar por otra persona más lista”, explicó.
Mientras que el padre Félix Struik, director de la facultad de Teología de la Universidad Central de Bayamón, explicó que “la práctica de uno autoinfligirse ciertos sufrimientos, como penitencias, es algo que no está en el evangelio del cristianismo”.
Explicó que Dios pide que tomemos su cruz, pero no es literalmente.
Struik dijo que esas prácticas se originan en tendencias filosóficas que consideran el cuerpo como la fuente de las pasiones que llevan al ser humano a errar. “Se hacen ciertas mortificaciones para adquirir un dominio mayor sobre las pasiones, instintos y emociones”, agregó.
“Imponerse ciertas mortificaciones puede ser bueno si sirve, con prudencia, para adquirir cierta libertad y control. Ahora bien, una cosa es cuando una persona se impone a si mismo mortificaciones con este propósito. Otra cosa es que uno se entrega a gracia y desgracia en las manos de algún líder que de alguna manera tiránica empieza a disponer de la persona y eso la deshumaniza”, agregó.
Mientras que el padre Eusebio Ramos, que perteneció a la Comisión que investigó la Misión de la Virgen del Pozo, indicó que históricamente los católicos han realizado prácticas con las que buscan vivir a semejanza de Jesús.
“Pero, otra cosa es cuando se desvirtúan estas prácticas y se hacen por imposición (de otra persona) y no por libertad (propia). Se desvirtúa su sentido teológico y se concentra en la persona. La gente no se puede olvidar del proyecto de Jesús”, declaró Ramos.
Reconoció que “la mortificación del cuerpo, Dios no lo dice”. Sin embargo, señaló que se puede hacer siempre que la persona tenga el control y que no ponga su salud en riesgo.