¡Hija del Padre!
¡Madre del Hijo!
¡Esposa del Espíritu Santo!
¡Templo y sagrario de la Santísima Trinidad!
¡Primera servidora y adoradora del Señor!
¡Santa María auxiliadora del pecador!
¡Segura medianera de la gracia del Señor!
Innumerable muchedumbre de hijos en el Cielo
te agradecen que han entrado al santo Reino.
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
Las aguas puras y cristalinas de Lourdes aún nos limpian y
nos sanan cuerpo y alma.
Ya está frondoso y fuerte aquel arbolito de Fátima donde
posaste para unos niños.
Siguen perfumándonos y aún conservan su color y su fragancia las
flores de Guadalupe.
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
Eso todo es alegría y paz en tu Iglesia.
Todo eso es piadoso regalo del Padre.
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
Que te entristece y nos alertas de ese fantasma del Pozo.
¡Como suspiras ante al Padre por los hermanos confundidos!
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
¡Esos otros hermanos!
Están ciegos, les falta oír y obedecer a tus súplicas.
¡Que salgan de ese letal secuestro donde los ha llevado el
fantasma del Pozo!
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
Entienden sin entender, escuchan sin escuchar...
Ese indigno y siniestro manto azul y blanco donde se esconde el
fantasma del Pozo:
…los confunde, los secuestra a su falsedad, los saca de nuestro
redil.
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
¡Que se desmantele esa maldad!
¡Que permita ver sus diabólicas garras, sus infernales ojos, sus
afilados dientes!
¡Fantasma de la discordia! ¡Fantasma de la división! ¡Fantasma de
la guerra!
Lo infernal, que no puede ser jamás la Santa Virgen.
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
Tus hijos somos fieles. ¡Sí te escuchamos! ¡Sí te sabemos
reconocer, Madre!
¡Virgen Santa de la unidad! ¡Virgen Santa de la concordia!
¡Virgen Santa de la paz!
¡Tu dulce mirada! ¡Tus santas manos que derraman la gracia plena!
¡Tu inconfundible voz de paz!
Solo tú llevas la verdadera corona de estrellas que se te
consagró
por tu majestad divina, ¡oh, Madre!
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
¡Llegue a nosotros tu gracia y tu luz!
¡Que tu verdad permita librar del secuestro a nuestros hermanos
prisioneros de ese falso fantasma del pozo!
¡Madre nuestra que estás en el Cielo!
¡Une nuestra comunidad puertorriqueña, oh, Madre, en la Única,
Santa Iglesia.