A través del conocimiento y la experiencia,
reservados a unos pocos, buscan la evolución y
superación del ser humano. En las puertas del templo
de Delfos consagrado al dios Apolo, en la lejana
Grecia arcaica, se encuentra la inscripción: “Conócete
a ti mismo, y conocerás el Universo y los Dio-ses”.
En aquellos tiempos la vida intelectual del hombre
descendía desde los santuarios hacia el resto de la
comunidad. Muchos de estos conocimientos eran
protegidos y reservados a determinados grupos que
accedían a estos misterios a través de ceremonias y
ritos ocultos. Esta es llamada como la tradición
esotérica o doctrina de los Misterios.
Se abren los arcanos
En Rosario algunos grupos, a partir de la síntesis y
adaptación de distintas doctrinas de carácter
esotérico, proponen su enseñanza a fin de elevar la
condición espiritual y cognoscitiva del hombre
contemporáneo. Este es el caso de la corriente
gnóstica. Si bien no es posible precisar sus
orígenes, tuvo un gran auge durante el siglo II
(D.C.) y surgió como una mezcla de nociones
cristianas con antiguos mitos orientales. Al
separarse de algunos dogmas fundamentales
establecidos por el catolicismo fue condenada como
una corriente herética y sus seguidores se vieron
obligados a replegarse a espacios cerrados. A
mediados del siglo XX, Samuel Aun Weor recopila
algunos de estos conocimientos esotéricos y funda en
América Latina una nueva corriente gnóstica. En
Rosario este grupo cuenta con varias sedes. En una
de ellas, ubicada en la calle Tucumán, las palabras
de Pehuen resuenan fuertes y sugestivas. La
habitación en donde se brindan las primeras
conferencias es amplia, en el piso se encuentra
dibujada una estrella de David y en las paredes
cuelgan algunos pequeños cuadros con figuras míticas
alegóricas. Pehuen comenta en qué consiste la
enseñanza de la gnosis, que está divida en lo que se
denomina como primera y segunda cámara. “La primera
cámara es un curso de 16 conferencias. Luego, si la
persona quiere seguir formando parte del grupo
gnóstico, continua; pero tratando temas en común, en
grupo”. En la llamada segunda cámara se realizan
reuniones grupales, en donde ya cobran mayor
importancia las prácticas de meditación, de mantra,
y se abordan aspectos relativos a la psicología
humana. Aquí se profundiza en herramientas “que le
permiten al hombre estar cada día más despierto”,
resalta Pehuen. Lo que se busca es abrir un camino
en el que el hombre logre una autodominación. “Lo
importante de la gnosis es desarrollarse, mejorar
ciertos aspectos en la vida cotidiana”, explica
Pehuen quien lleva seis años en el grupo.
La habitación en donde se realiza este segundo
orden permanece cerrada, y sólo se abre en el
momento en que, los ya iniciados, se reúnen en las
prácticas de meditación. Este orden cerrado
despierta una sospecha negativa. “Una de las cosas
que se suele decir a lo que no es aceptado
masivamente, es que son sectas –enfatiza Pehuen–.
Este término se usa de forma degradada”. A su vez
considera que el ingreso en estos grupos posee un
especial rechazo social. “No sólo porque uno se
salga de los parámetros religiosos normales, sino
porque también en estos tiempos hay mucho descrédito
de lo que es el misticismo”, explica.
Partes de la Creación
Casi en las antípodas de esta corriente, pero
empleando aquella misma consigna de “conócete a ti
mismo”, se puede ubicar a la Fundación Logosófica,
que tuvo sus orígenes en la Argentina de 1930,
fundada por Carlos Bernardo Pecotche. Desde esta
fundación no se trata de establecer una vinculación
con ideas religiosas, sino que se define como “una
forma de vida que persigue la superación del ser
humano, como objetivo máximo, a través de los
conocimientos y la experiencia que nos va dando la
enseñanza de González Pecotche”, explica Oscar,
miembro de la Fundación.
A partir de una concepción cientificista, aunque
desligada de las ideas positivistas modernas, se
resalta la constante evolución del ser humano. “Esta
fundación nace como una escuela de adelanto mental”,
resalta Silvia. La logosofía se diferencia de otras
corrientes de pensamiento desde el momento “en el
que propone un método propio, que cada uno de
nosotros debe aplicar, para lograr el conócete a ti
mismo”.
Si la gnosis habla de aquella vieja inscripción
en el templo de Delfos, proyectándola hacia un
pasado remoto, los integrantes de la logosofía la
reenvían hacia un futuro que la humanidad debe
alcanzar. “El hombre como parte de la creación puede
evolucionar a partir de los conocimientos que va
adquiriendo de si mismo. A partir del conocimiento
de los agentes causales de su comportamiento. A
mayor conocimiento, mayor evolución”, es lo que de
modo silogístico argumentan.
Muchas veces los hombres suelen creer en la
verdad de lo intensamente creído. Pero también
resulta que las fuertes convicciones, son a veces
peores enemigas de la verdad, que las mentiras
mismas. Es difícil establecer un régimen de
creencias verdaderas y otras falsas: “El hombre vive
en un complejo de creencias al modo como el agua se
encuentra en el agua”.
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