Según las denuncias hechas por
Flora y Carolyn
Jessop, ex-miembros de la secta tejana que comparten el
mismo apellido, pero no han reportado ser parientes,
ambas relatan que las mujeres suelen ser fuertemente
golpeadas por sus maridos, cada vez que le reclaman
o se les enfrentan, que estas son usualmente sujetas
ya sea por las otras esposas de su marido o por
algunos de sus hijos, para que el marido pueda
golpearlas, sin resistencia.
En el caso de
Carolyn Jessop, una de las esposas de Merrill
Jessop, líder a cargo de la secta mientras Warren Jeffs cumple sentencia, lo
más que a ella le aterraba no eran los golpes que de
su esposo recibía, sino cuando él tomaba a su bebé
para pegarle, lo que él llamaba "breaking them", en
español para "quebrantarles". Ella se
doblegaba totalmente a
sus piés, aterrada de que él fuese hacerle daño a su
bebé. El le arrebataba
el bebé para darle nalgadas sin parar hasta que lo
viese llorando fuera de control, luego lo metía boca
arriba debajo de una pluma con agua fría por un
minuto y lo volvía a sacar para seguirle dando,
repetía el proceso hasta que el niño terminase sin
fuerzas para gritar más, extenuado y sin poner más
resistencia. Esto lo hacía para instigar en el niño
terror hacia el padre. Carolyn Jessop se sometía
aterrorizada a su esposo, al punto de no quejarse ni
cuando se encontraba en el peor estado salud cuando
estaba embarazada, por miedo a que le fuese a hacer daño
a sus hijos. Lo cual ocurría frecuentemente cuando
ella no estaba presente, según la información que
recibió por un testigo de los hechos.
Carolyn al igual que todos los miembros ex-sectarios
mujeres, han dado testimonio de competencia entre
las esposas, por celos, falta de recursos, alimentos
y otras necesidades. Carolyn dice que su esposo
utilizaba toda clase de método para mantener el
control, inclusive con sus esposas; poniéndolas las
unas contra las otras. Era un ambiente de
competencia, donde una velaba a la otra, buscando
encontrar la mínima falta para reportárselo a él y
así conseguir más poder y estatus. Las esposas con
más estatus podían maltratar a las que se
encontraban debajo de ellas y les daban las tareas
que nadie quería asumir. Resistir o intentar
desobedecer a su esposo significaba el tener que
encarar consecuencias y las consecuencias siempre
acarrearían maltrato y violencia. Carolyn reportó que algunas
de las esposas gozan de ver
a la otra esposa sufriendo; que por ejemplo, cuando
dan a luz no reciben anestesia alguna y las demás
contemplan el alumbramiento reclamándole resistencia
hacia el dolor que está sufriendo. Según otros ex-miembros
que denuncian la secta, los niños son severamente
golpeados, encerrados y privados de alimentos cuando
son castigados.
El Departamento de
Servicios Sociales advierte peligro inmediato
sobre la salud física y seguridad de los niños
residentes del rancho, como posibles víctimas de
negligencia y/o abuso sexual; y su permanencia en el
rancho sería contrario al bienestar de éstos. Existe
un patrón y práctica persistente de indoctrinación
preparatoria para que niñas menores acepten
matrimonios espirituales con hombres adultos
miembros de la secta, resultando estas niñas en
terminar siendo sexualmente abusadas; a la vez que
indoctrinan a los niños varones para convertirlos en
futuros depredadores sexuales. Este patrón y
práctica pone a todos los niños residentes de la
secta mormona YFZ, varones y niñas, en situación riesgosa de abuso
sexual, físico y emocional.
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